Del 29 de mayo al 3 de junio se realizó en Santiago de Chile el Encuentro Cuidados, territorio e igualdad de género, en el que participaron representantes de distintas organizaciones pertenecientes a la Red Mujer y Hábitat ALC.
El evento se enmarca en el proyecto "Ciudades y Territorios que cuidan: Sistemas locales de cuidado con enfoque de género" llevado a cabo por las organizaciones integrantes de la Red Mujer y Hábitat CISCSA Ciudades Feministas (Argentina), Sur Corporación (Chile) y Fundación AVP (Colombia), que cuenta con el apoyo de GRRIPP (Gender Responsive Resilience and Intersectionality in Policy and Practice).
Este proyecto se realizó en conjunto en cuatro ciudades latinoamericanas: Córdoba, José C. Paz, Santiago y Bogotá, con el objetivo de contribuir al diseño de políticas y estrategias de cuidados con enfoque de género y territorial, que garanticen el derecho de las personas a cuidar y ser cuidadas, ante los desafíos del impacto de la pandemia de COVID-19.
En el encuentro se trabajó sobre todo en los conceptos de cuidado, sustentabilidad del cuidado e inclusión territorial.
¿Qué entendemos por cuidado?
Este concepto hace referencia a un vasto conjunto de aspectos que abarcan el cuidado de los hogares, el de las personas dependientes, el propio autocuidado y el de las personas que cuidan, el cuidado de la sociedad en su conjunto, y el del medio ambiente.
Por su parte, su sustentabilidad está vinculada a dos grandes desafíos: desigualdades estructurales y gobernanza de los cuidados.
Los efectos sociales, económicos y culturales de las crisis no se producen en el vacío: tienen lugar en territorios determinados. Se concentra en los sectores de alta vulnerabilidad económica y social de ciudades y territorios. La pobreza de ingresos con la pobreza de tiempo obedece, entre otros determinantes, a la insuficiencia de servicios urbanos. Por ello, es un ámbito de acción clave para las respuestas territoriales y locales.
La planificación de los servicios de cuidado desde una visión territorial incluye identificar prioridades de localización en el territorio y programas orientados a compatibilizar los tiempos domésticos familiares y los tiempos laborales remunerados, favoreciendo la calidad de vida de personas y ampliando las opciones de las mujeres.
Por tanto, es fundamental:
Identificar las necesidades de la reproducción de la vida cotidiana, y sus interrelaciones con el hábitat y el territorio.
Relevar las prácticas territoriales implementadas por organizaciones de sociales mixtas y de mujeres.
Avanzar en estudios sobre generación de herramientas de planificación y gestión territorial, que favorezcan respuestas sostenibles de las ciudades ante las crisis, equilibrando los ámbitos reproductivo y productivo, desde una perspectiva de igualdad de género.
Abordar respuestas que consideren los retos y las potencialidades del territorio del barrio, destacando la importancia de la planificación y gestión de servicios de salud y educación y de cuidado de las personas dependientes, y acceso a los medios de vida, entre otros.
Un urbanismo inclusivo
Avanzar en la formulación de un urbanismo inclusivo supone abordar la ciudad no solo como un territorio de producción y consumo, sino también como un espacio de ejercicio de derechos ciudadanos y como un lugar de reproducción de la vida cotidiana, ámbito en el cual las labores de cuidado son fundamentales.
Por ello, un urbanismo inclusivo considera los usos domésticos y las infraestructuras para la movilidad, entre otros factores. Implica superar visiones dicotómicas sobre el ámbito productivo y reproductivo y sobre el espacio público y privado, destacando la importancia de la planificación y gestión de: servicios de salud y educación y de cuidado de las personas dependientes, y acceso a los medios de vida entre otros.
Ciudades y Territorios que cuidan
El diseño, la gestión y las políticas de la ciudad cuidadora apuntan a la satisfacción de las necesidades de cuidado de una parte significativa de la población y al respeto de los derechos de las personas que cuidan.
Desde una perspectiva de igualdad de género proponemos:
Reconocer, hacer visible y revalorizar el trabajo de cuidados como labor clave para el bienestar de las sociedades.
Redistribuir, de manera más justa y equilibrada, el trabajo de cuidados no remunerado y las responsabilidades domésticas entre todas las personas.
Reducir la carga de trabajo no remunerado, apoyar y dar mejor cobertura a las necesidades básicas del cuidado, desde un enfoque de derechos.
Lo anterior supone:
Democratizar, es decir, redistribuir la oferta de los cuidados entre el Estado, el mercado, la comunidad y las familias.
Desmercantilizar la experiencia del cuidado.
Desfeminizar, deconstruir los roles de género haciendo del cuidado una opción, e incluir en la protección social a quienes presten cuidados no remunerados.(CEPAL, Panorama Social de América Latina, 2020).
Desde el proyecto Ciudades y Territorios que cuidan se identificaron las principales necesidades de las cuidadoras:
Reconocimiento de su trabajo a través de la visibilización de estas tareas y la valoración económica de las mismas.
Oportunidades laborales.
Formación y capacitación en oficios y otros.
Formación y orientación técnica para brindar cuidados.
Espacios de ocio y recreación.
Espacios de autocuidado.
Contención y apoyo psicológico y emocional.
Por su parte, se identificaron necesidades vinculadas al territorio:
Movilidad, transporte e infraestructura que contemple los recorridos cotidianos para los cuidados.
Rutas accesibles con tiempos reducidos.
Espacios públicos seguros.
Proximidad de los servicios de cuidados.
Ampliar los horarios de atención a los servicios para el cuidado.
Información oportuna y centralizada que articule la oferta de los servicios.
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